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vistas desde el palacio de bundi

En el post anterior, Diario de Viaje en la India Semana 1, hablábamos de la India como un buen primer destino dada la actual situación de crisis mundial por su enorme tamaño y variedad de rincones que curiosear. Hoy, si bien escribimos estas líneas desde nuestro confinamiento en un punto de la geografía Rajasthaní, seguimos siendo optimistas aunque la libertad de movimiento se ha restringido ya casi por completo. Desde ayer 25/03 a la media noche, 21 días de confinamiento y cierre total del país.

Bienvenidos al segundo capítulo del diario. En él os vamos a contar lo sucedido durante esta última semana que no es poco. ¿Listos?

Este texto no pretende transmitir algo que no es, pues se trata del relato de lo acontecido durante la semana pasada. Las cosas se han precipitado durante los ultimos días y en este justo momento estamos confinados, sin ninguna libertad de movimiento y una incertidumbre total de qué va a ocurrir en las próximas semanas. Más o menos como todos vosotros. La crisis está desbordada y su magnitud, probablemente, sobrepase nuestro actual entendimiento y expectativa. Así, estés donde estés, cuídate mucho. Nosotros también lo hacemos.

Llegada a Púshkar, la ciudad sagrada del Rajasthan

Día 9 – Jueves 12/03/2020 – Primer pie en Púshkar

Después del increíble lío de los billetes para venir a Púshkar y 4-5 horas de viaje traqueteante en un autobús no A/C, por fin estamos aquí. Púshkar es la Ciudad Sagrada del Rajasthan, y su nombre significa, literalmente, “Flor de Loto Azul”. Un nombre que le viene dado por la legendaria historia de su origen. Dice la leyenda, que los dioses liberaron un cisne con una flor de loto en su pico para que, allí donde cayera, el dios Brahma realizara un gran ritual de oblación. Y este lugar, fue el lago de Púshkar. Precisamente, el lago fue lo primero que vimos. Y nos cautivó al instante.

Después de bajar del autobús en la estación (véase un cruce de caminos polvorientos sin indicación alguna), varios tuk-tuk acechaban a los recién llegados. Cogemos uno por un precio superior al que nos hubiera gustado y ponemos rumbo al hostel. Entre los caminos de cabras que cogió el tío y el cartel que presidía el lugar, ‘Doctor Alone Lotus Restaurant & Hostel’, parecía que nuestra suerte había cambiado de nuevo. ¡Qué cutre es! ¿Pero esto no estaba bastante bien situado? Nos preguntábamos mientras zarandeados en la parte trasera del carromato.

No obstante, después de ver la habitación, la cual sí se caía un poco a trozos, salimos al patio a ver la zona de chillout. Una vista increíble del lago se materializa ante nosotros. No necesitamos darle más vueltas, hemos vuelto a acertar. 😀

Situado encima mismo del Gurjar Ghat, uno de los 52 que tiene el lago, el chillout es un mirador excelente desde el que ver, sin ser vistos, la rutina alrededor de este epicentro de vida. En él, pasaremos largas horas durante los 4 días que estaremos en Púshkar.

Después de tomarnos varios Doctor Lemonana (Sílvia, a ti te hubiera encantado :D), comer algo y aventurarnos con un Doctor Special Lassi, son ya las 17:00 pasadas. No nos queda mucho día, así que nos acercamos al sunset point junto al lago. Llegamos andando por los ghats con las zapatillas en la mano observando a los que meditan junto a la orilla. La verdad es que la paz que aquí se respira es mayúscula.

Esto, señor@s, es el sunset point. El lugar donde las criaturas de la noche y los curiosos toman el relevo de la actividad diurna y habitual del ghat.

Decenas de malabaristas, equilibristas, y músicos entre otros, copan la grada exhibiendo su repertorio de habilidades ante los curiosos que se agolpan en los escalones. Alrededor, parejas, grupos de amig@s y familias posan para conseguir el mejor selfie de la tarde.

pushkar lago atardecer

Pasamos un buen rato observando el cuadro (es un poco el Jardín de las Delicias, una gran escena que aglutina otras más pequeñas a las que bien vale la pena dedicarles un poco de atención) antes de irnos a cenar.

Ya de noche, regresamos bordeando el lago, descalzos y envueltos en un silencio absoluto. La luna, el agua, el lassi… Nos encanta este rato y disfrutamos cada segundo.

Día 10 – Viernes 13/03/2020 – Relax absoluto

Ayer fue un día largo, así que hoy nos lo tomamos con más calma. No tenemos prisa por levantarnos, dejamos (y forzamos) que se nos peguen las sábanas hasta no poder más. Después de desayunar y tomar posiciones en nuestro ya ‘rincón favorito’ del chillout, sacamos los ordenadores y enfrascamos en las respectivas tareas. Julio, pese a que le gustaría vivirlo en persona, aunque no lo sepa nos acompaña día sí día no.

Pasamos 5 o 6 horas trabajando sin inmutarnos, hasta que empieza a caer el sol. Es entonces cuando nos ponemos en marcha y subimos al Gayatri Mata Temple, un pequeño templo situado en lo alto de una de las dos colinas que flanquean el pueblo. Después de unos 45 minutos de paseo llegamos a la cima desde la que se puede contemplar el pueblo a vista de pájaro.

Después de ver al sol ponerse, cogemos el camino de bajada y ponemos rumbo a La Pizzeria, un lugar recomendado (ya recomendable) por una española que hace 15 años que vive a caballo entre Púshkar y Alicante. Realmente vale la pena, pues por unas 250 INR (unos 3 euros y medio al cambio) compartimos una pizza que nada tiene que envidiar a las mejores de Barcelona.

comer pizza en pizzeria pushkar

A Cris no termina de convencerle la gastronomía India, o no toda. Mientras yo sigo pidiendo allá donde vamos la sugerencia del chef, ella suele optar por los continental dishes que traemos conocidos de casa. Aunque también es curioso ver según qué reinterpretaciones indias de risottos, pastas, pizzas y hamburguesas.

Día 11 – Sábado 14/03/2020 – Turisteo que te veo

Ayer perreamos, hoy toca ‘hacer el guiri’. Con dos cafés con leche en el cuerpo, y armados con una botella de agua y la cámara de fotos, vamos a visitar el único templo (o de los poquísimos) dedicado al dios Brahma, creador del universo y una de las ‘Tres formas’, como se conoce a la tríada: Brahma (dios creador) – Vishnú (dios preservador) – Shiva (dios destructor).

templo de brahma puskhar

Al templo no se puede entrar calzado, como en cualquier otro, pero tampoco con objetos electrónicos como cámaras, teléfonos u otros similares, pues está terminantemente prohibido tomar fotos del interior del mismo.

Pasamos un rato admirando los detalles de sus tallas, pinturas y ofrendas. Cris sujeta el bebé de una familia y se saca fotos con ellos, charlamos con uno que toca el tambor y saludamos con la mano a las decenas de personas que van saliendo. Tras haber iniciado el gesto, y no queriendo negar el saludo a ninguno de ellos, nos pasamos varios minutos sonriendo y asintiendo con las manos en alto como la realeza en un acto público.

Al salir, nos dirigimos al bullicioso bazar. Mucho más turístico que los que hemos visto en otras ciudades. Aquí no hay ferreterías, droguerías o tiendas de especias y frutos seco, aquí todas venden 1. Pashminas y Sarees y 2. Plata y bisutería. Tal vez es por eso que terminamos comprando 1 pashmina para Cris (de ahora en adelante será, pues no la suelta ni para dormir, Cristina y su Pashmina) y 2 colgantes de piedra.

Desayunamos unos momos en un sitio regentado por unos tibetanos y nos adentramos en el barrio judío de Pushkar. Nada del otro mundo, aunque sí tienen buenos sitios para comer a muy buen precio. Nos tomamos un Special Lassi y nos dan las 16:00h, así que ponemos rumbo a la otra colina que gobierna la ciudad.

Hacemos un alto en el camino cuando topamos con el Laura’s Café, un sitio con una carta que nos llama la atención: Patatas Bravas, Tortilla española, Huevos estrellados y… ¿¡Pà amb tomàquet!? Entramos y elegimos un plato cada uno. No pensaba dejar pasar la oportunidad de probar el pà amb tomàquet típic del Rajasthan.

 

que hacer en pushkar

Con la tripa llena, tal vez más de lo conveniente en ese momento, llegamos a la base de la colina. Por delante, varios cientos de escalones, cada uno de un alto distinto al anterior.

Varios descansos y resoplos después, llegamos al templo de Savitri Mata. Éste, situado en una colina opuesta a la del día anterior y más alta todavía, ofrece una vista de 360 grados sobre todo el valle.

Kilian ya había subido esta mañana a primera hora y visitado la parte trasera del templo, donde un ejército de monos brinca, juega y pelea. Todos contra todos. Viendo el espectáculo a una distancia prudencial, disfrutamos del atardecer para luego bajar al pueblo de nuevo.

viajar a la ciudad de puskhar en india

Día 12 – Domingo 15/03/2020 – Día ‘muerto’, nos movemos a Bundi

Día (o noche) de tránsito, así que muchas horas muertas y poco que hacer. Nos levantamos tarde, trabajamos, actualizamos el blog, deambulamos por las calles y nos divertimos haciendo nada. Pero para ser sinceros, el hacer nada nos aburre soberanamente. Kilian lo lleva bastante peor, así que se distrae como puede.

Púshkar es pequeño y ya hemos visto todo (o casi) lo digno de visitar, así que hoy cogeremos un bus a Bundi, un pequeño pueblo a unos 200 kilómetros al sur. El problema, y que se repetirá casi cada vez que nos movamos de un sitio a otro, es que los horarios del transporte no tienen ni pies ni cabeza.

Bueno, en realidad sí lo tienen, aunque no lo parezca. Los trayectos aquí son larguísimos, un tren puede fácilmente estar 20 horas en movimiento entre origen y destino. Por lo que, si te mueves ‘entre paradas’, es posible que tu viaje empiece a las 01:00 y acabe a las 04:30, no sabiendo uno si reservar una noche más en origen (para no dormirla) o bien reservar una noche en el destino (para tampoco dormirla).

Lo que venimos haciendo, pero que termina haciéndose realmente pesado, es no reservar ninguna. Te ahorras el pagarla, pero estás muuuchas horas (medio)desamparado sin una cama donde tumbarte y con las 1.001 cosas a cuestas.

Son las 00:30 (ya lunes 16) y no encontramos un tuk-tuk por ningún lado. Siempre dando la vara y cuando realmente lo quieres se han esfumado todos. En fin, andamos hasta la estación – esa que no tiene ni cartel, ni bancos, ni nada – y esperamos el autobús sentados en una acera. Hay más gente que coge el mismo y eso nos tranquiliza.

Esperamos 10, 20, 30, 40 minutos… y el bus no llega. Tenemos el número de teléfono del pick-up man, y le llamamos varias veces en el transcurso de nuestra espera. Los locales que pasan nos advierten, sin ningún tipo de sorpresa, que a veces pasa 20 minutos tarde y a veces 2 horas. Al llegar el bus nos suceden 2 cosas que se repetirán y que pueden sorprender un poco al inicio.

  1. Tu asiento/cama estará casi siempre ocupado. Como decía, son trayectos muy largos, así que es más que posible que en tu sitio numerado ya haya alguien que subió 3 horas antes. Tienes dos opciones: levantar a la persona en cuestión, que ni te entenderá ni querrá escucharte, para que se cambie de sitio, o meterte en el primer sitio libre que veas y que el problema se lo coma el siguiente.
  2. Nadie te pedirá el billete. El pick-up man del bus suele venir con una libreta en la que lleva anotado cuantas personas suben en cada parada, si le cuadran los números será suficiente. En el tren, nadie va a pasar a revisar tu billete a las 03:00 de la mañana. Eso sí, siempre, aunque la fecha no coincidiera con el trayecto, hemos llevado billete.

Finalmente estamos en el bus. Sorteamos la gente que duerme por el suelo, metemos las mochilas bajo los asientos y por fin nos relajamos. Nos quedan 4 horas hasta Bundi.

Llegamos a Bundi, una pequeña joya rajasthaní

Día 13 – Lunes 16/03/2020 – Noche movida, mañana revuelta

Nos despiertan y bajan del bus en la estación de Bundi. Esta vez tampoco hay cartel ni nada que nos haga pensar que eso es una estación. Son las 04:50 y estamos debajo de un puente donde hay montado, con maderas, plásticos y un camping gas, un bar-restaurante con tooodas las comodidades: un vaso chai y un bote de pintura vuelto al revés para sentarse. ¿Qué más se puede pedir?

Junto a los franceses que también se bajan aquí, negociamos y compartimos 2 tuk-tuk, pues da la casualidad que su alojamiento está cerca del nuestro. Son las 05:20, noche cerrada, y estamos en frente de la verja del guest house, también cerrada, en el que tenemos reserva. El problema, el check in es a las 12:00 :O

Al poco, aparece un abuelete muy majo y nos abre, pasamos y buscamos un sitio en la terraza del jardín. Un sitio a la orilla del lago Nawal Sagar que, aunque ser de noche y estar tremendamente cansados, nos parece precioso.

Al poco aparece Tony, quien regenta el alojamiento, y nos ofrece café mientras esperamos poder entrar a la habitación. Aún faltan 5 horas. Cris se duerme al rato mientras yo leo, curioseo aquí y allá, charlo con Tony y le ayudo a montar los toldos de la terraza. Al principio, un poco reacio, rehúsa mi ayuda con un ‘no problem’, así que me dedico arreglar otras cosas por mí mismo hasta que se da cuenta de que voy a hacerlo de todos modos. O hago algo, o me duermo.

Terminamos con esto y nos prepara unos huevos fritos (para Cris, claro) y un sándwich. Ya son las 10:30h. Con la tripa llena todo tiene otro color. Nos morimos de contentos cuando a los minutos aparece Tony y nos dice que podemos entrar a dormir. ¡Vamos!

Dormimos hasta medio día, comemos y nos vamos al Palacio y al Taragarh Fort, los 2 atractivos principales de la Bundi, una de las ciudades más antiguas del Rajasthan con más de 1.000 años de antigüedad.

Resulta que hoy, y solo hoy – estrategia que utilizan a menudo para colártela en cada esquina -, la entrada es gratuita. Es el aniversario del actual propietario del palacio. ¡Toma ya! Nos ahorramos 500 INR por persona y vamos para dentro. Si bien tiene algún rincón descuidado, bien vale una visita. Ahora bien, el precio de la entrada nos parece del todo desorbitado.

vistas bundi panoramicas

bundi guia de viaje por india

visitar bundi por libre

*Si se quiere ver el fuerte sin pasar por caja, siempre puedes acercarte hasta el Jait Sagar Lake y subir a la colina por el otro lado. Ojo, hay muchos monos viviendo allí arriba. Armarte con un palo para marcar tu territorio te será útil.

Continuamos callejeando por el pueblo hasta que nos cansamos. Cae el sol y volvemos al hotel. Tarde-noche de lavar ropa, pues ya no nos queda casi nada limpio, y cena en la terraza. Empezamos una serie al segundo día de llegar a India, y en 2 semanas hemos visto 2 capítulos. Nos dormimos con solo tocar la cama.

Día 14 – Martes 17/03/2020 – Trabajo y el primer corona-test

Despertamos sin prisa y desayunamos, el lago parece más bonito cada vez que lo miras. Hace ya días que leemos las corona-noticias tanto de España como de India, ambos países se encuentran en estadios muy distintos de esta misma crisis.

Mientras en España llevabais varios días confinados, aquí aún sonaba lejos el virus. Los medios le daban cobertura, pero seguía habiendo otros temas en la agenda.

En la calle, la gente con la que hablábamos lo veía con preocupación, pero a una distancia prudencial, desde el burladero. Expectante pero sin sentirlo en sus propias carnes.

A media mañana y después de hablar con Mar, ella está en Sri Lanka mientras el miedo del contagio y las acciones del gobierno van tomando forma, nos visitan 2 médicos. Nos hacen un par de preguntas sobre cómo nos encontramos y nuestro itinerario. Toman notas y se van. Parece que India empieza también a tomar medidas.

Es día de trabajo, así que preparamos una mesa, unos enchufes e improvisamos una oficina la mar de maja. Descalzos frente al lago nos ponemos al día de todo.

Aprovechamos para investigar y reservar lo necesario para llegar a nuestro próximo destino: Udaipur, la Venecia de Rajasthan, hacia donde saldremos en tren mañana por la noche.

Día 15 – Miércoles 18/03/2020 – Último día en Bundi

Hoy queremos ir a visitar la cascada del Bhimlat, a unos 40 kilómetros de Bundi. Pero para ello necesitamos alquilar una moto, así que vamos a buscarla.

Entramos al Energy Café para saludar a Pappú, un conocido de uno de los chicos del hostel de Púshkar. Trae a un amigo suyo que alquila scooters. El tipo tiene cara de asesino y no se mueve de las 500 INR. Insistimos en que es demasiado para medio día de alquiler, le ofrecemos todas alternativas que se nos ocurren, pero el tío no se baja del burro. La probamos y nos dice que si la queremos son 500, ni una rupia menos. No nos convence, así que se vuelve por donde había venido.

Vamos a pie hacia el Jait Sagar Lake, donde hay un museo-mezquita que queremos ver. Al llegar, el guarda y un cartel en la puerta nos impiden entrar: ‘cerrado a causa del Covid-19’. Este, los boaris a los que vamos luego y todos los monumentos visitables del país están cerrados desde ayer 17 de marzo. Lo leímos, pero quisimos verlo en persona. A cambio, pasamos un rato pescando con varios indios que tampoco tienen colegio. Herènia, aquí tampoco pican, algo debo seguir haciendo mal. 🙁

A partir de este momento, replanteamos nuestro itinerario de viaje (otra vez, ya lo hicimos con el cierre de fronteras de los países vecinos).

Al no poder visitar ninguno de los monumentos, templos o sitios de interés turístico del país, creemos que lo mejor es irnos hacia una zona donde abunden los atractivos naturales. Decidimos que iremos a Himachal Pradesh, el estado de los Himalayas indios. Dharamsala, Manali y Shimla como paradas principales, y Kullu, Khir Ganga, Kasol como altos en el camino, son los sitios que marcamos ahora en nuestro mapa.

Esta misma noche cogeremos un tren hacia Udaipur, el punto más al sur de nuestro viaje por ahora. Después, pondremos rumbo al norte.

Son las 23:00h y vamos para la estación, el tren pasa a las 02:10h así que nos toca otro rato de espera. El tren llega puntual y nos tumbamos en unas literas que no son las nuestras. No nos cuesta dormirnos, una noche más estamos reventados.

Día 16 – Jueves 19/03/2020 – Si cierran monumentos, improvisamos

Llegamos a Udaipur, ultima parada del tren, a eso de las 7:00h. Ni tan mal. A esta hora ya hay vida, en India el jaleo diurno empieza mucho antes que en España, y cogemos un Uber hasta el hotel. Nos toca andar un rato, pues el hostel está en una zona de callejuelas donde no pasan coches. Dejamos las mochilas, nos tomamos un café y salimos a desayunar fuera.

Al rato estamos en la azotea de un edificio de mármol blanco justo enfrente del Lago Pichola, uno de los 2 grandes lagos de la ciudad de Udaipur. Comemos y echamos un rato leyendo las noticias. Desde los primeros cierres y restricciones, los acontecimientos se precipitan.

Vamos a ver el templo Jagdish, un edifico tallado con un millón de detalles en el centro de la ciudad. Justo cuando llegamos están repartiendo, al igual que en los templos Sikh, comida sin coste a todo el que se acerque. Nosotros no comemos, ya lo hemos hecho, y aunque no cobran por la comida, si aceptan donaciones para el mantenimiento del templo y sus actividades. Hacemos de casa de cambio con los euros que les han ido donando los últimos días, no pueden hacer nada con ellos. En momentos así, uno se da cuenta de que el dinero, por si solo, no tiene utilidad ni valor alguno.

También entramos al pequeño templo Jagat Shiromani. Los devotos están en plena faena y no reparan en nosotros. El guarda, se ofrece a acompañarnos alrededor del templo mostrándonos las curiosas escenas talladas en sus paredes y las vistas de la ciudad desde lo alto de uno de los edificios colindantes.

Pasamos frente al City Palace, uno de los atractivos de la ciudad, custodiado por varios policías. Este tampoco escapa a la restricción y no permite visitas estos días. Qué mierda, desde fuera parece muy bonito.

Localizamos el Shiva Hostel, el cual tiene una azotea con vistas al lago desde una perspectiva opuesta al de la mañana. Vemos allí como cae el sol charlando con el que lleva el lugar y un amigo suyo clavadito a André 3000 de Outkast. Kilian les enseña el video de Hey Ya y nos reímos un rato.

Son las 18:00h y nos vamos para lo que creemos que es el centro. Kilian se detiene a charlar con un tipo que quiere llevarnos en su scooter a ver una comparsa junto al lago donde desfila su hermana. El tío iba algo acelerado y Kilian ya estaba encima la moto, pero Cris pone la cordura y dice que, si vamos, lo haremos andando.

Echamos a andar hacia no sabemos dónde y al rato tenemos momento de tensión (son inevitables, ya los esperamos y nos duran poco). Cris tiene hambre y le duelen los pies, pero yo quiero ir la fiesta prometida.

Vemos a una gente muy bien vestida, son unas 20 chicas y niñas con coloridos sarees y vistosas joyas. La fiesta es por allí, seguro. Las seguimos un rato hasta un edificio con decenas, sino cientos, de motos aparcadas. Se oye un tremendo jaleo, así que sacamos la cabeza y preguntamos a un par de personas qué es lo que están celebrando. El portero, nos invita a entrar insistentemente y no podemos – ni queremos –  negarnos.

Cruzamos el parking, subimos unas escaleras y salimos a un patio lleno de gente. Desde donde estamos, vemos toda la escena, pero la escena también nos ve a nosotros. Por lo menos son ciento cincuenta los indios que clavan en nosotros su mirada mientras comentan con quien tienen al lado. No sabemos si es por ser los únicos foráneos de la fiesta o por que Cris asiste al evento en cangrejeras con calcetines, pero el hecho es que nos escudriñan de arriba a bajo.

Nos miramos y lanzamos un saludo general. Kilian, se acerca a una familia que está reunida no muy lejos. Tratamos de saber qué están celebrando, qué fiesta es esta.

¡Caray, es una boda! Nos sacamos unas fotos y conversamos con todo el que se acerca, seremos el centro de atención durante unos minutos, hasta que una señora insiste en que nos vayamos con ella y comamos algo.

Es un gran patio cuadrado con puestos de comida en todo el perímetro: Dal, Paneer, Pulao, Currys, Chapati y Naan de todo tipo en un self service tamaño industrial.

Cris está algo reticente, pero cuando se da la vuelta yo ya estoy plato en mano en la fila del reparto. Yo y decenas de indios que me miran con curiosidad. Algunos se acercan a charlar y hacen todo lo posible para entablar relación, otros miran desconfiados y susurran ‘corona corona…’.

Uno de los responsables allí, creemos que era el padre de uno de los novios, nos da un tour llenándonos el plato por la vía rápida. Con el plato lleno, nos sentamos con todos y disfrutamos la comida entre saludos, pequeñas charlas, fotos y agradecimientos (nuestros) por la hospitalidad mostrada.

Terminamos de cenar y, al rato, creemos que ya hemos disfrutado suficiente de la fiesta privada de esta gente, así que nos dirigimos a la puerta. Cuando llegamos a las escaleras nos topamos con la comparsa y reculamos. Un grupo de unos 50 cantan mientras los novios llegan a caballo. Nos hacemos a un lado para presenciar todo el ritual.

 

Cuando vemos que podemos salir sin entorpecer la ceremonia, damos un último saludo y salimos a la calle.

Por hoy, nos damos por cenados y celebrados. Rumbo al hotel. Al llegar, la alegría nos dura poco. Vemos en las noticias que el estado de Himachal Pradesh, donde vamos, ha sellado sus fronteras y dado una ventana de 3 días a los turistas para ir abandonando la zona. Los planes cambian de nuevo.

Viajera inquieta con ganas de compartir experiencias, lugares increíbles y las mejores rutas para mochileros.

viajesmochilerosmundo@gmail.com

Comentarios:

  • M.Àngels Juan Daniel

    marzo 25, 2020

    Son uns dies preciosos no tant sols pels paisatge sinó pel tarannà de la gent. Molts petons

    reply...
    • Kilian

      marzo 26, 2020

      Si 🙂
      Son uns dies incerts arreu, la veritat. L’experiència, però, es preveu interessant.
      Petons!

      reply...
  • ❄️Marta

    marzo 26, 2020

    Kilian i Cris, estic gaudint molt amb aquest viatge, m ’està enganxant moltíssim pq teniu una redacció molt còmoda de llegir i que fa que tinguis ganes de més.
    Em sorprèn que hi hagi tants llacs i uns espais tan fantàstics. Considero que la raça Hindú és molt privilegiada per que son tots molt guapos i guapes i m’encanta la roba que vesteixen.
    Nosaltres aquí estem ben coronats. Hi ha molta incertesa, no se que passarà però estem a casa. Aneu molt amb compte.
    Espero impacient la propera entrega.
    Un però molt fort.

    reply...
    • Kilian

      marzo 26, 2020

      Què bé que t’agradi! 🙂
      El Rajasthan (i Delhi de passada), que és el que hem pogut veure de moment, és força interessant. Tant pels espais visitables com per la gent, la gastronomía, etc. Cuideu-vos molt per allà baix!
      Una abrçada!

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